UNIDADES PROTECTORAS ATM

El caso de la unidades protectoras de ATM es perfecto para entender la importancia de un sistema de seguridad física adecuado, por lo que lo relataremos en forma cronológica desde el origen hasta llegar a las fundas protectoras actuales.

Origen

Desde el 2009 empezaron a subir los robos de cajeros automáticos en el país, llegando a su máximo en el año 2012, donde se robaban en chile entre 2 a 3 cajeros automáticos diariamente.

Cada unidad robada representaba botines de más de $30.000.000.-, se podían realizar en pocos minutos, con equipamiento no tan sofisticado.

El robo de un cajero automático tiene costos bastante mayores que los valores sustraídos, en primer lugar, el impacto en la institución dueña de los valores sustraídos es el del equipo sustraído, la infraestructura dañada, el lucro cesante y el riesgo para sus empleados y clientes. Para el resto de la sociedad, también tiene costos, el aumento de la sensación de inseguridad por estos delitos de alta connotación pública, la sensación de abandono frente a la impunidad, las persecuciones policiales, los miguelitos, las explosiones y hasta detalles como el aumento de cajeros sin disponibilidad de dinero generan un costo social relevante.

Evolución

Shutter

En un principio, el robo de cajeros era tan simple como poner un gancho en el dispensador de billetes o “shutter”, conectarlo a una piola de acero y tirar con algún vehículo sin demasiadas especificaciones, con eso se lograba abrir la puerta de la bóveda de dinero de la unidad y los delincuentes sacaban los cajones con billetes y se retiraban del lugar en pocos minutos. Esto se resolvió con un desarrollo conjunto entre Protego S.A. y algunos bancos, simplemente agregando una pieza que impedía la colocación del gancho.

Laceo

Esto obligó a los delincuentes a evolucionar e implementaron la técnica del laceo, que consistía básicamente en pasar una piola de acero por detrás del cajero automático, cerrarla en el frente y conectarla, ahora a un vehículo de mayor torque para tirar y retirar la unidad completa desde su punto de anclaje, para luego, con más tiempo, abrir la puerta y retirar los cajones, esta nueva técnica era aún más corta de ejecutar que la anterior pero requería de vehículos y piolas de capacidades mayores. Esto se resolvió parcialmente mejorando las bases de los cajeros automáticos y sus sistemas de anclaje al piso y haciendo estructuralmente más difícil el laceo.

Oxicorte

Sin embargo, el botín era tan atractivo que los robos siguieron y los delincuentes evolucionaron a la técnica del oxicorte donde las bandas, provistas de máquinas de oxicorte y cilindros de oxígeno perforaban los laterales o las puertas de las bóvedas donde estaba el dinero, lograban abrir la puerta o generar un espacio suficiente para retirar los valores del interior, para resolver esto, se generaron placas que se hacían solidarias a la bóvedas con materiales resistentes al oxicorte y comenzaron a aparecer las primeras fundas que iban incorporando los mecanismos de defensa para los 3 tipos de robos en una sola unidad.

Explosión

Finalmente, los delincuentes, al ver que sus técnicas anteriores seguían siendo detenidas con los diferentes desarrollos, producto de soluciones particulares generadas de la interacción creativa entre los bancos y PROTEGO, implementaron la técnica de hacer explotar las unidades, saturando el interior con acetileno o algún otro gas explosivo y una vez que la mezcla de gases en el interior de la bóveda ara lo suficientemente rica, aplicaban una chispa produciendo una gran explosión que abría las unidades como un alcachofa, dando acceso a los valores. Está técnica, era más sofisticada en los materiales que utilizaba y requería de mucho mayor conocimiento y control técnico del delincuente para evitar accidentes o explosiones demasiado grandes que dañaran el efectivo.  Esto se resolvió reforzando las fundas con puertas con mecanismos más robustos conduciendo la energía de la explosión hacia arriba en base a darle resistencia a las paredes y puertas de la funda. Esto detuvo los robos, pero dejó grandes daños a la propiedad y aumentó significativamente los riesgos para la población civil.

Involucramiento de la autoridad

La autoridad, viendo que estos delitos seguían existiendo y que los esfuerzos de los bancos eran parciales toda vez que solo algunos bancos implementaban sistemas y adicionalmente lo hacían a discreción decidiendo que sistema implementar y en que unidades utilizando sus propias motivaciones en los factores de decisión, decide intervenir.

El estado, crea una mesa técnica que incluye al OS10 y al ministerio del interior y deciden que este problema ya no es un asunto que queda supeditado al criterio de los bancos sino que pasa a haber una obligación de protección con altos estándares y con fiscalización para asegurar su cumplimiento, así nace el decreto 222 que “REGULA MEDIDAS MÍNIMAS DE SEGURIDAD APLICABLES A LA INSTALACIÓN Y OPERACIÓN DE CAJEROS AUTOMÁTICOS, DISPENSADORES O CONTENEDORES DE DINERO DE CUALQUIER ESPECIE”

Como respuesta a este decreto, PROTEGO genera una funda protectora de cajeros automáticos que responde a cada una de las exigencias y que es probada en Famae para explosivos y en el Dictuc para su resistencia material y de anclajes, cumpliendo con lo que establece la norma, de ser CEN IV o superior.

Este decreto, además de exigir estas unidades protectoras, obliga a tener sistemas de detección y de video más efectivos.

Resultado Final

Hoy el problema está resuelto, luego de haber pasado por soluciones tan curiosas como poner cajeros en el interior de comisarias, cargarlos con poco dinero o simplemente dejarlos fuera de servicio, disminuyó más del 95% el robo de cajeros automáticos en el país, esto en base a que la autoridad exigió medidas, que los bancos cumplieron con implementarlas y que empresas como Protego S.A. aportamos con desarrollos llenos de conocimiento técnico y experiencia para dificultarle el trabajo a los delincuentes.